Pero el cristianismo medieval no era unitario. En occidente el obispo de Roma, el papa, era la máxima autoridad, y, sin embargo, en la zona oriental se vivía un cristianismo diferente, que no lo reconocía como la cabeza única de la iglesia
Precisamente la península Ibérica fue un territorio de enfrentamiento, pero también de convivencia entre ambas religiones durante la Edad Media. Esta situación terminó cuando todo el territorio hispano pasó a ser cristiano.
Muchos hechos históricos se producen en esta época, como las cruzadas que se organizaron con el propósito de apoderarse de Jerusalén y Palestina dando lugar a conflictos que se pueden analizar haciendo referencia a algunos actuales.
También en esta época y fuera del marco de las ortodoxias religiosas se producen doctrinas que se considerarán heréticas, aunque muchas veces recogían aspiraciones populares, incluso se creó la inquisición para combatir aquellas que se oponían al catolicismo.
En definitiva, esta época enmarca y contextualiza muchos hechos, creaciones artísticas e instituciones que han pervivido hasta nuestra época.
La influencia judía fue la que tuvo mayor predominio a lo largo de la primera parte de la historia cristiana.
Los discípulos de Jesús que aprendieron y entendieron el cristianismo directamente del propio Jesús y fueron testigos de ello en su propia vida, pertenecían a esta estirpe.
Fueron los primeros custodios del cristianismo y tenían sus raíces firmemente asentadas en el suelo santo de las instrucciones de Jesús y su forma de vida. Fueron ellos los que presenciaron la Crucifixión y vieron salvarse a Jesús de su pretendido asesinato.