lunes, 5 de noviembre de 2012

Jesús en el cristianismo

 El cristianismo es en la actualidad la religión con mayor número de adeptos en todo el mundo: casi una tercera parte de la humanidad es cristiana (en torno a los dos mil millones de personas) y por su capacidad de adaptación se halla presente en todos los continentes.

A lo largo de los dos mil años de su historia, aparecieron en su seno de diferencias y escisiones que han dado lugar a una pluralidad de Iglesias. Todas ellas coinciden en unas creencias fundamentales (la unidad de Dios y la mesianidad y divinidad de Jesús), pero difieren en la estructura institucional, la valoración de determinadas tradiciones bíblicas y eclesiásticas y el ordenamiento de los ritos comunitarios.


Pueden establecerse tres grandes bloques a los que, prescindiendo de diferencias menores dentro de cada grupo, podemos denominar cristianismo católico, ortodoxo oriental y reformado o protestante. Esas tres grandes Iglesias (Católica, Ortodoxa y Protestante) comparten esencialmente las mismas escrituras sagradas (la Biblia) y surgen después de un primer milenio de cristianismo indiviso, aunque no exento de herejías que sufrieron marginaciones



Allí acudió Jesús para ser bautizado por Juan. Y, tras retirarse al desierto para un período de meditación de cuarenta días, Jesús dio comienzo a su ministerio público, que se prolongaría unos tres años, según el cómputo más probable. De entre los primeros seguidores eligió a doce, a los que llamó "apóstoles" o emisarios, porque pronto los enviaría a predicar su mensaje, que en esencia decía: "Se ha cumplido el tiempo; el reino de Dios está cerca; convertíos y creed en el evangelio" (Marcos 1, 15). Todo en un lenguaje que sólo era accesible a los creyentes de Israel, pues eran expresiones e ideas del Antiguo Testamento.


 Enseñanza de Jesucristo
 Jesús enseñaba En las sinagogas, las plazas, los campos y a orillas del lago galileo de Genezaret, comentando pasajes de los profetas y preceptos de la Ley, con gran aceptación del público sencillo y con recelo primero y con hostilidad después por parte de los dirigentes religiosos y del sacerdocio oficial, representados por las sectas de los fariseos y los saduceos. Su mensaje del reino de Dios se envolvía en parábolas o comparaciones tomadas de la vida agraria y doméstica que captaban la atención de los oyentes por su tono vivo y familiar.



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