lunes, 1 de octubre de 2012

Durante la Edad Media


La filosofía bebió del cristianismo, por el que explicaba la existencia y los fenómenos del mundo que les rodeaba. La Verdad era buscada en la Biblia, libro de máxima sabiduría junto a Los Evangelios, según los cuales Dios creó el mundo y a todas las personas. El cristianismo se convertirá, además de en una religión, en una solución para dilucidar las cuestiones más comunes en la época, cambiando el paradigma que había imperado en la filosofía de la etapa anterior, la helénica.

La Edad Medieval hemos conservado magníficas obras filosóficas que han servido no sólo como base sino también como inspiración a multitud de estudiosos en etapas posteriores. Son conocidas las interpretaciones que hacen de los anteriores y las que los nuevos hacen de ellos. Recuperaron a filósofos olvidados por siglos, colocándoles en el lugar que merecían.



La Escolástica
La segunda etapa en la filosofía medieval, la Escolástica, surgirá a partir del siglo XIII. Dicha centuria se convertirá en el de la metafísica, consecuencia del conocimiento de Aristóteles y del neoplatonismo greco-árabe cuyo objetivo principal es descubrir las causas profundas o esenciales y después practicar a partir de ellas el método científico.El máximo representante en nuestro país será Averroes quien se afana por una interpretación literal del filósofo griego, afirmando la existencia de la Doble Verdad, representada en la religión y la filosofía. 






El Cristianismo


Se originó en una remota provincia del Imperio Romano. Pero su vocación misionera lo llevó a extenderse en poco tiempo por todo el Imperio y más allá de él. Si bien en un comienzo la mayor parte de los paganos que se convertían al cristianismo era de nivel social bajo (muchos de ellos esclavos), con el tiempo la nueva fe fue ganando seguidores también entre la clase culta.
De este modo se sentaron las bases para el surgimiento una "Filosofía Cristiana", o mejor, de un movimiento filosófico de raíz cristiana que cobijaría distintas corrientes filosóficas en su seno. Frente a la inicial hostilidad hacia la filosofía manifestada por algunos de los primeros padres apologistas cristianos.


Un instrumento útil, no sólo para combatir otras religiones o sistemas filosóficos, sino también para comprender, o intentar comprender, los misterios revelados. Surge de ahí una asociación entre filosofía y cristianismo o, más en general, entre filosofía y religión, que pondrá las bases de la futura filosofía medieval, entre los cristianos, los musulmanes y los judíos. 


El tema fundamental de reflexión pasará a ser la divinidad, quedando subordinada la comprensión e interpretación del mundo, del hombre, de la sociedad, etc, al conocimiento que se pueda obtener de lo divino. La fe, que suministra las creencias a las que no se puede renunciar, tratará de entrar en diálogo con la razón. La inicial sumisión de la razón exigida por la fe, dejará paso a una mayor autonomía propugnada, entre otros, por Santo Tomás de Aquino, que conducirá, tras la crisis de la Escolástica, a la reclamación de la independencia de la razón con la que se iniciará la filosofía moderna.  

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